Junio de 2023. En algún lugar del Sahel unos cooperantes internacionales han sido secuestrados por un grupo terrorista. Satélites y aviones de reconocimiento tripulados remotamente, como el Predator-B del Ala 23 del Ejército del Aire y del Espacio, tienen localizado el campamento provisional donde los mantienen retenidos contra su voluntad. Los terroristas exigen a cambio de su libertad, la excarcelación de varios condenados, que cumplen condenas en cárceles europeas.
La OTAN decide intervenir. Activa su Fuerza de Reacción Rápida, la conocida como NFR (NATO Response Force). En concreto al Grupo de Operaciones Aéreas Especiales o SOATG (Special Operations Air Task Force). Durante este año 2023 esta fuerza está compuesta íntegramente por unidades del Ejército del Aire y del Espacio.
Tras unos días de meticulosa planificación y preparación comienza la misión. Tres helicópteros NH-90 Lobo del Ala 48 son embarcados en otros tantos A-400M del Ala 31. Despegando desde de la base aérea de Torrejón se posicionan en una base de apoyo avanzado de un país africano aliado. Mecánicos, armeros y tripulaciones comienzan a trabajar para poner a los aparatos en condiciones de volar en unas horas hacia el punto en el que se va a producir el rescate de los rehenes.
Los Predator confirman que no hay movimientos en el campamento de los terroristas. En el puesto de mando de la misión y en todas las cancillerías de los países aliados se respira una calma tensa.
Un equipo de operaciones especiales del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC) embarca, en su base de Alcantarilla (Murcia), a bordo de un C-295 del Ala 35 llegado desde Getafe.
Tras realizar un repostaje en vuelo sobre el mar se internan en el continente africano. Los componentes del EZAPAC van equipados para hacer un salto HALO-HAHO (Lanzamiento a gran altura y despliegue del paracaídas a gran altura). Esta modalidad les permite navegar con su paracaídas y aterrizar a más de 50 kilómetros del punto de lanzamiento.
Ha caído la noche sobre el Sahel. A bordo del C-295 se encienden las luces que anuncian el salto paracaidista. Los zapadores se ponen en pie con dificultad. Además del paracaídas principal y el de reserva, cargan con material de primeros auxilios, armamento, municiones y víveres para las 48 horas que ha de durar la misión. ¡Luz de salto! Uno a uno los paracaidistas saltan hacia la más absoluta oscuridad.
Se ha elegido una noche sin luna y solo sus gafas de visión nocturna les permiten navegar en estas condiciones. Tras unos minutos que se hacen eternos se recibe la comunicación en el puesto de mando. La patrulla ha aterrizado sin novedad en la zona asignada.
Ahora les queda lo más duro. Cargados con todo su equipo comienzan una larga caminata para aproximarse hasta el campamento de los terroristas. Comienza a clarear el día cuando avistan las tiendas a unos pocos kilómetros. El Predator también los tiene localizados. Ahora toca esperar, reponer fuerzas y resguardarse del calor del día. Si no sucede nada extraño el asalto será esta noche.
En la base avanzada del Ala 48 la actividad es frenética. Los helicópteros ya están listos para volar. Cargan con dos ametralladoras cada uno y abundante munición, además de depósitos de combustible exteriores e interiores.
El vuelo va a ser largo y a muy baja cota, para evitar ser detectados, con lo que el consumo de combustible se dispara. Uno de los tres helicópteros quedará en tierra como reserva. Sus tripulantes maldicen su mala suerte. ¡Otra vez será!
En la base también se ha desplegado un mini hospital de campaña, montado y atendido por la Unidad Médica Aérea de Apoyo al Despliegue (UMAAD) de Madrid y un centro de comunicaciones operado por el Grupo Móvil de Control Aéreo (GRUMOCA), desplegado desde su base en Tablada (Sevilla).
La seguridad de todas estas instalaciones la garantizan los hombres y mujeres del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo, veteranos de la evacuación del aeropuerto de Kabul y de muchas otras misiones de alto riesgo. Todo este personal y su material han llegado a bordo de dos A-400M del Ala 31, que han aterrizado sin problemas en la pista de tierra, muy similar a la que usan para entrenar en Ablitas (Navarra).
Cae la noche. De entre las rocas, a cuya sombra han pasado el día, los hombres del EZAPAC comienzan a desperezarse. Se comprueba todo una vez más. Armas, munición, equipos de comunicaciones. Todo tiene que funcionar a la perfección para el asalto. Hay vidas en juego.
Parece que en el campamento de los terroristas, por fin, todos se han ido a dormir. Solo un centinela permanece adormilado fuera de las tiendas. En unos minutos se dará la orden. Reina el más absoluto silencio entre los zapadores. La tensión es máxima.
¡Ahora!, susurra por el interfono el jefe del equipo. Comienzan a moverse hacia el campamento mientras un tirador les cubre desde una posición elevada. Nada. Nadie parece haberse dado cuenta de que ya solo están a unos pasos de las tiendas. El centinela debe haber sucumbido al sueño.
Ya está. Han llegado. Mientras dos zapadores encañonan al sorprendido vigía, el resto de los zapadores irrumpen en las tiendas. En unos segundos todo ha terminado. Cuatro terroristas yacen maniatados en el suelo mientras que los dos cooperantes aún no acaban de comprender que acaba de pasar. Los gritos de júbilo estallan en el puesto de mando, pero esto aún no ha terminado.
Hace más de una hora que los dos NH-90 del Ala 48 vuelan hacia allí a baja cota y máxima velocidad. Otros grupos terroristas operan por esta zona y tienen misiles antiaéreos. Toda precaución es poca.
Solo han pasado unos minutos desde el asalto al campamento cuando en el silencio de la noche se empieza a sentir el ruido de los helicópteros. El sonido de la vida, como decían en Afganistán, les transmite a todos la sensación de que los compañeros del Ala 48 siempre llegan al rescate.
Todos se agrupan junto a la zona balizada para la toma. Uno de los helicópteros orbita para dar seguridad con sus ametralladoras, mientras el otro aterriza. Rápidamente rehenes y secuestradores son subidos a bordo. El equipo del EAZAPAC espera al segundo helicóptero.
Se repite la operación y en unos minutos las dos aeronaves vuelan en formación rumbo a la seguridad de la base de apoyo avanzada. Desde allí los A-400M les traerán a todos de vuelta a España. ¡Misión cumplida!
Todo esto solo es un supuesto, fruto de la imaginación de estos plumillas, pero lo que es indudablemente cierto es que los hombres y mujeres del Ejército del Aire están perfectamente capacitados para llevar a cabo una misión como esta.
De hecho el SOATG del Ejército del Aire, ha sido certificado para entrar a formar parte de la fuerza de respuesta rápida de la OTAN, la NFR, durante el ejercicio Sirio 2022, celebrado este pasado mes de octubre en las Islas Canarias.
El SOATG del Ejército del Aire y del Espacio cuenta con un equipo de ala fija formado por aviones de transporte táctico Airbus C-295 del Ala 35, con base en Getafe (Madrid), otro de ala rotatoria compuesto por los helicópteros del Ala 48 y cuatro equipos de operaciones especiales del EZAPAC, basado en Alcantarilla (Murcia).
Además, cuenta con unidades apoyo y protección a la fuerza (EADA y SEADA), un hospital de campaña de tipo ROLE-2, con equipo quirúrgico avanzado de la UMAAD Madrid, y un centro de comunicaciones operado por el GRUMOCA.
El equipo evaluador, formado por personal del Cuartel General de la OTAN para operaciones especiales (NSHQ), con sede en Mons (Bélgica), valoró muy positivamente la alta preparación y capacitación del SOATG español. Pocos países de nuestro entorno cuentan con una capacidad comparable y es la primera task force de este tipo que se certifica a nivel nacional. El Ejército del Aire vuelve a ser pionero, como ya ocurrió en 2006 con la certificación del primer SOTG terrestre.
Desde aquí queremos transmitir nuestra más cordial enhorabuena a todos los aviadores (tripulaciones, mecánicos, armeros, personal de seguridad y defensa, y todo tipo de especialistas necesarios para hacer funcionar una estructura tan compleja), que tras meses de preparación exhaustiva han sido justamente reconocidos por la OTAN y acreditados para realizar misiones tan demandantes como la que aquí hemos imaginado.