Coincidiendo con el 110 aniversario de la creación del Arma Submarina, fundada el 17 de febrero de 1915, nuestra Armada ha invitado a un pequeño grupo de medios de comunicación a visitar por primera vez su nuevo submarino S-81 Isaac Peral. A pesar de ser un tema ajeno a la aviación, no hemos podido dejar de atender la amable invitación de nuestros marinos.

“El diseño y construcción de un submarino es más parecido al de una nave espacial que al de un buque”, en palabras de nuestro anfitrión, el capitán de navío Pedro Márquez, jefe de la Flotilla de Submarinos. A Navantia y a la Armada les ha llevado la friolera de casi veinte años llevar a cabo este gran proyecto, que por fin está a punto de materializarse en un nuevo sumergible totalmente operativo. Nos hemos convertido así en el undécimo país capaz de diseñar y construir submarinos.

Fotografía de Elena Iribas

Lo primero que llama la atención al acercarse al Isaac Peral, fondeado en su dársena de Cartagena, es su gran tamaño, casi 3000 toneladas en 80 metros de eslora, y sus timones de profundidad instalados en la vela, que le dan un aspecto muy diferente a sus antecesores, los sumergibles de las clases S-60 y S-70, diseñados en Francia, aunque construidos también en Cartagena, y más parecido a los submarinos de propulsión nuclear de la US Navy.

Dentro del submarino

Accedemos al Isaac Peral por la escotilla situada a proa de la vela. Once peldaños por una escalera de mano nos llevan a la zona de habitabilidad de la nave. Aquí, la sargento María Aguilar, una de las siete mujeres de la tripulación, nos guía por un estrecho pasillo a cuyos lados se abren las puertas de cocina, comedor, aseos y unos diminutos camarotes en donde duermen hasta seis personas en literas triples, en colchones de solo 70 centímetros de ancho. Tan solo el comandante, Manuel Corral, goza de un camarote individual, eso sí, de tan solo tres metros cuadrados. Una tripulación de hasta 53 personas comparten durante singladuras de hasta 40 días tres retretes y tres duchas. Servir a bordo del tubo, como lo llaman sus propios tripulantes, requiere sin duda estar hecho de una pasta especial. Soportar estas condiciones de vida a más de 300 metros bajo la superficie del mar no está al alcance de cualquiera.

Fotografía de Elena Iribas

A continuación, nos dirigimos a proa, donde se encuentra la cámara de torpedos. El sargento Pablo Movilla nos explica cómo aquí se pueden almacenar hasta 12 torpedos o 24 minas submarinas listas para ser empleados, más otros seis torpedos dispuestos en otros tantos tubos lanzatorpedos, bautizados con los nombres de los primeros torpedistas de la dotación de quilla. A este arsenal se le añadirán en un futuro misiles antibuque con capacidad de ataque a tierra, probablemente de fabricación noruega.

Fotografía de Elena Iribas

Todo este arsenal se maneja desde la siguiente sección que visitamos, la cámara de mando y control. Aquí, el sistema de combate, situado a estribor, permite manejar todos los sensores y el armamento, mientras que a babor se sitúan las consolas desde donde se maneja el sistema de propulsión y el puesto del timonel. El teniente de navío Antonio Simón, segundo comandante del S-81, nos explica cómo lo que podríamos denominar el cerebro del buque es de diseño y fabricación española. Navantia e Indra han construido el sistema, integrando subsistemas como el de control de minas, realizado por el gigante norteamericano Lockeed Martin.

Fotografía de Elena Iribas

La siguiente sección en nuestra visita guiada por el Isaac Peral está vacía. En ella, en unos años, cuando el submarino sea sometido a su primera gran carena (una exhaustiva revisión en profundidad), se instalará el sistema de generación de oxígeno independiente del aire, conocido por sus siglas en inglés AIP. Este sistema, también de diseño y fabricación española, obra de la empresa Técnicas Reunidas, permite generar oxígeno en inmersión con el que alimentar los motores de gasoil, que a su vez cargan las baterías que dan potencia a los motores eléctricos, que finalmente son los que mueven el submarino. Sin este sistema, el submarino se ve obligado a subir cada 24 o 48 horas a cota periscópica para obtener oxigeno de la atmósfera, a través de un tubo conocido como snorkel, lo que puede hacerle detectable por el enemigo. Este sistema AIP se instalará por primera vez en el tercer submarino de la serie, el Cosme García, que entrará en servicio en 2029.

Fotografía de Elena Iribas

Finalizamos nuestro recorrido en el extremo de popa del S-81, donde se alojan los motores diésel y eléctricos: la sala de máquinas.

Durante los próximos meses, el Isaac Peral tiene previsto navegar, siempre sumergido, a través del Estrecho de Gibraltar hasta Galicia, para visitar El Ferrol y Marín. Posteriormente, tras tocar puerto en Cádiz, está previsto que hunda su primer buque en aguas del Atlántico en el ejercicio Sinkex, un antiguo transporte dado de baja hace años será su víctima. Será la señal que marcará el inicio de una nueva época en nuestra Armada y en particular en su Flotilla de Submarinos, que como reza su lema está preparada para todo, “Ad utrumque paratus”.

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