A las 5 de la mañana, hora española, del próximo miércoles 29 de enero, despegará desde la base de lanzamiento de Cabo Cañaveral un cohete Falcón 9 de SpaceX. A bordo, el primero de los dos satélites de comunicaciones SpainSat NG, de la compañía española Hisdesat. Una mole de 6 toneladas equipada con antenas activas, capaz de asegurar unas comunicaciones militares seguras para España y para el resto de países de la OTAN y de la Unión Europea, así como de producir interferencias en las comunicaciones del enemigo. El más avanzado de Europa, al nivel de sus competidores comerciales estadounidenses.

El pasado 8 de enero, tuvimos la oportunidad de compartir un desayuno de trabajo con Miguel Ángel García Primo, CEO de Hisdesat, en el que nos presentó el programa SpainSAt Nueva Generación, “el más importante en la historia de España”, en sus propias palabras.

Tras completar su ensamblaje en la factoría de Airbus en Touluse (Francia), nuestro satélite ha volado en un avión ucraniano Antonov hasta Florida. Allí, tras las últimas comprobaciones, espera listo el momento del lanzamiento.

Serán más de 2000 millones de euros de inversión lo largo de sus 20 años de vida útil, 800 de ellos de inversión inicial, para financiar unas capacidades que la industria nacional ha sido capaz de fabricar en más del 75%. Es lo que se conoce como soberanía tecnológica, es decir, capacidades estratégicas que no se pueden comprar y que solo se consiguen tras muchos años de inversión y apoyo a la industria nacional. 18 universidades y empresas españolas participan en este proyecto, entre ellas Airbus, SENER, Indra, Iberespacio y Tecnobit. España lleva 40 años invirtiendo en antenas de comunicaciones activas para este tipo de satélites y el fruto de esta tenacidad es unirse ahora al selecto grupo de las naciones capaces de facilitar comunicaciones seguras a sus tropas en casi cualquier lugar del mundo. Solo Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia poseen estas capacidades.

Pasado el verano, en los meses de septiembre u octubre, el segundo satélite que compone el sistema despegará también desde Florida para completar una cobertura casi mundial, dejando solo en sombra poco más que el océano Pacífico, de Singapur a Denver aproximadamente. El primer satélite tardará 5 meses en alcanzar su órbita geoestacionaria, impulsado por su motor iónico, desde el momento en que se separe del vehículo de lanzamiento. Así pues, es previsible que a finales de julio o agosto comience a estar operativo.

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