La industria aeronáutica de defensa en España
Durante el siglo XX la industria aeronáutica en España mantuvo una trayectoria desigual que en los años setenta vino a consolidar un pequeño gran avión: el Aviocar. Un avión de transporte táctico ligero, que puede cargar poco más de 2 toneladas, se convirtió, por su robustez y facilidad de operación y mantenimiento, en un éxito de ventas en todo el mundo. Nada menos que 477 aviocares salieron de la línea de montaje de San Pablo, en Sevilla, entre 1971 y 2012, y aún hoy se siguen fabricando en Indonesia. Desde Estados Unidos al rincón más remoto de África o Iberoamérica, el Aviocar sigue demostrando, a día de hoy, lo excepcional de su diseño y su fabricación made in Spain.
Desde entonces, el peso de la industria aeronáutica en el conjunto de la economía española no ha dejado de crecer. A día de hoy la industria aeronáutica mantiene 56 300 empleos directos en España. Sólo el programa Eurofighter mantiene 3000 empleos directos, la mayoría de ellos en la factoría de Airbus de Getafe (Madrid), pero también en Zamudio (Vizcaya), en donde ITP fabrica los motores. En Getafe, la mayor planta industrial aeronáutica de España, trabajan casi 6000 personas, aunque el número total asciende a más de 10 000 si sumamos a los trabajadores de las empresas colaboradoras y proveedores que trabajan en la planta.
Proyectos como el A400M, que se ensambla en Sevilla para todos los compradores, o el avión cisterna multirol A330MRTT, que se transforma en Getafe de avión de línea a avión militar, hacen que decenas de aviones despeguen de factorías en España todos los años para incorporarse a las fuerzas aéreas de todo el mundo. Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá o Australia son solo algunas de las naciones que han elegido, en los últimos años, aviones militares fabricados en España para equipar a sus fuerzas aéreas.
Este subsector aporta el 65,8% de todas las ventas del sector de defensa y el 40,8% del empleo generado por esta industria. Un 95,4% de sus ventas se destinan al mercado exterior. Es una industria netamente exportadora, que contribuye de manera decisiva al crecimiento de la economía española. Dos terceras partes de la producción de este sector aeronáutico se destina al mercado de defensa. Es por tanto un pilar esencial de la industria de defensa en España, de la que representa, hay que recalcarlo, más de dos terceras partes de su facturación.
En 2020 la industria de defensa, seguridad, aeronáutica y del espacio aportó 16 500 millones de euros al PIB de España. Un 1,5% del total, según un estudio de KPMG con datos facilitados por TEDAE, la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio.
Además, el sector de la industria de defensa crea empleo de calidad. Nada menos que 47 693 personas trabajaron directamente en estas industrias en 2020, en las que el salario medio es un 82% superior al de la media nacional, según datos del INE.
Más de la mitad de la facturación de la industria de defensa, un 55%, son exportaciones. De ellas, un 73%, es decir, 3 de cada 4 ventas se hacen a países amigos y aliados de la Unión Europea y de la OTAN. España es el séptimo exportador mundial de material de defensa.
También es una industria intensiva en alta tecnología e investigación. La inversión en I+D+I de estas industrias muy probablemente alcanzará los 2000 millones de euros en 2022, suponiendo nada menos que un 12% del gasto total en investigación que se realiza en España.
Por todo ello, se puede concluir que la industria de defensa en España, y muy especialmente la industria aeronáutica de defensa, que representa la mayor parte de la primera, tiene un valor estratégico para nuestro país, que debe ser valorado en su justa medida por la sociedad española. Solo una economía basada en la exportación de productos de alta tecnología es viable en el siglo XXI. La industria aeronáutica en particular y la de defensa en general, contribuyen notablemente a reforzar la capacidad de España para competir en este mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir.
