No podemos sacar sus caras o sus nombres reales. Estamos hablando de una unidad en la que la complejidad y el riesgo que conlleva su trabajo hacen que estos profesionales deban mantenerse en el anonimato. Nosotros hemos pasado un día con ellos, viendo cómo trabajan sobre el terreno.

El EZAPAC se encuentra desplegado en Valencia desde el minuto uno de la catástrofe. Llegaron desde su base en Alcantarilla (Murcia) el miércoles 30 de octubre, y el jueves 31 ya estaban trabajando en la zona. Sus capacidades de actuación en entornos variados, los convierte en elementos muy adecuados en una situación de esta envergadura.

El cometido principal de la unidad se divide en dos: por un lado, son los principales encargados de la búsqueda de desaparecidos, una labor ardua que se realiza tanto en escombro como en áreas anegadas; por otro, llevan a cabo labores de extracción de vehículos de garajes aún inundados, planes para llevar a cabo esas retiradas y trabajan codo con codo con los vecinos, quitando el lodo de las calles y viviendas. Resulta impresionante ver la coordinación de esta unidad que funciona como el más perfecto de los engranajes.

Nos situamos en Sedaví, uno de los municipios donde la DANA ha golpeado con más fuerza. Hemos quedado en la puerta de un garaje en una calle secundaria. Cuando llegamos, accedemos a través de la rampa anegada de lodo y la bajamos con precaución. Dentro está oscuro y hace frío, aunque el agua ya no llega al techo, sigue habiendo una capa importante de barro.

Al fondo del garaje vemos algunas luces frontales que estos militares llevan para tratar de ver dónde pisan. Están comentando cómo sacar unas motos que se encuentran tiradas en el suelo y enterradas bajo el lodo.

Para llegar hasta los compañeros que se encuentran al final, nos explican que debemos andar con mucho cuidado, no hay luz, el lodo nos llega por debajo de la rodilla y las tapas de las alcantarillas han saltado por los aires, así que tenemos que ir tocando el suelo a ciegas con los pies para evitar caer en algún agujero que pueda haber en el suelo.

Cuando llegamos al fondo, levantan la primera moto a pulso, es grande y mucho más pesada al tener que empujarla a través del denso lodo. Entre ellos se animan para conseguir subirla por la rampa que resbala. Cuando llegan arriba, el dueño de la moto espera con ansia para ver en qué condiciones se encuentra su vehículo. Sonríe al ver que está entera y con cariño le pasa la mano por la parte frontal, eliminando como puede el espeso barro. Estrecha con firmeza la mano de los militares. Estos gestos de gratitud y felicidad se valoran ahora más que nunca.

Fotografías de Elena Iribas

Los compañeros nos explican que debido a la distribución absolutamente caótica de los coches en el interior de los garajes, como consecuencia de la fuerza del empuje del agua, su extracción tendrá que esperar.

Fotografías de Elena Iribas

Tras terminar en el garaje, nos subimos a los vehículos de alta movilidad táctica URO y recorremos las calles de Sedaví. A través de la pequeña ventana blindada, podemos ir viendo filas de vecinos que esperan a recibir alimentos, así como montañas de escombros que se acumulan en los bordes de las aceras. Una continua imagen de gente dirige el lodo hacia alcantarillas. El asfalto sigue sin verse. Es una imagen digna de una escena de guerra.

Fotografías de Elena Iribas

Nos dirigimos a una vivienda particular cuyos habitantes han solicitado especial ayuda para sacar el barro de su propiedad. Cuando llegamos nos encontramos a la familia trabajando sin descanso. Nuestros compañeros del EZAPAC no dudan un segundo en bajar, coger las palas que llevan y ponerse a manos a la obra. Nuestras unidades están al servicio de los ciudadanos y así lo están demostrando.

Fotografías de Elena Iribas

Debido a la particularidad de sus vehículos que son pequeños, manejables y además disponen de tornos y cables de extracción, se convierten en una pieza indispensable para recuperar los vehículos que se encuentran enterrados en el fango, que ya ha comenzado a secarse y actúa de ventosa.

Fotografías de Elena Iribas

Tras conseguir sacar un coche de un lugar absolutamente empantanado, nos reunimos y comentamos asuntos en referencia a sus labores de estos días. En ese momento aprovechamos para hablar con el capitán Enrique Cortés.

Enrique, ¿desde cuándo estáis desplegados en valencia?

Nos activaron el miércoles y estábamos aquí trabajando desde el mismo jueves.

¿Y cuántas horas diarias trabajáis?

Depende del turno que hagamos. El turno de día termina cuando empezamos a quedarnos sin luz y empiezan las labores nocturnas. Una de nuestras misiones es la búsqueda de desaparecidos. Se hace principalmente en ambiente diurno, porque, aunque tenemos los medios para llevarla a cabo cuando no hay luz, es mucho más eficaz durante el día. Por la noche se reducen mucho las probabilidades de encontrar a alguien. Hay que ser plenamente eficaces. Los turnos que realmente estamos haciendo son de unas 11 o 12 horas seguidas.

¿Qué labores estáis llevando a cabo en ambiente nocturno?

Principalmente labores de presencia, para evitar saqueos y pillajes. También alguna labor de transporte de cargas, porque por el día las calles están mucho más congestionadas y los desplazamientos se dificultan.

Habéis operado en muchos países desarrollando misiones muy complejas y de alto riesgo. ¿Es comparable la situación actual de Valencia con algún lugar en el que hayáis estado desplazados?

A mí el ambiente me recuerda a Irak. Es caótico, pero hay cosas que para nada se parecen a lo que estamos viendo aquí. Lo que realmente es chocante es ver a personas con las que puede existir un vínculo real, porque podrías ser tú o podría ser tu padre, tu hermana o tu familia entera. Esa es la gran diferencia entre una misión en Irak y otra aquí, en casa. Cuando estamos en misiones lejos, damos por hecho que su estilo de vida es de esa manera, que sus vehículos pueden estar en malas condiciones, etc. Pero que esto pase en tu propio país es quizá lo que más nos cuesta asimilar.

A nivel personal entonces ¿os ha afectado más?

Esta situación nos toca personalmente y eso hace que estemos especialmente motivados. Cuando estamos de misión siempre trabajamos con fuerza y ahínco, sea el lugar que sea, pero esta situación, al ser tan cercana y tenerla en nuestro propio país, hace que tengamos ese extra de fortaleza y motivación.

Tenemos que ser lo más eficaces posibles y apuramos las horas de trabajo todo lo que podemos, reduciendo las horas de sueño al mínimo imprescindible para intentar recuperar cuanto antes la máxima normalidad.

¿Hay algún valenciano en la unidad?

Hay alguno, pero llevan mucho tiempo fuera de casa y, nos guste o no, hay una parte militar que te hace desprenderte un poco de tus raíces.

¿En qué se diferencia vuestra actuación y vuestros medios del resto de unidades?

En nuestra unidad tenemos una serie de capacidades especiales que se ponen a disposición de los españoles. Lo que estamos haciendo es intentar aprovechar al máximo esas habilidades que desarrollamos en el día a día y aplicarlas a esta situación en concreto.

Hay cosas que nosotros hacemos muy bien, porque es nuestro trabajo, y tenemos unos medios que ponemos a disposición del pueblo valenciano. Al final buscamos ser útiles y llegar adonde no todo el mundo puede acceder. Por ejemplo, el uso de nuestros vehículos, que son pequeños, nos permite maniobrar y podemos recuperar coches para volver a ponerlos en la vía y que sean retirados.

Estos son vehículos que normalmente utilizamos para hacer infiltraciones tácticas en zonas de operaciones y aquí eso es tremendamente útil, porque en los garajes no pueden entrar grúas, al ser los espacios tan reducidos.

¿Y en la búsqueda de desaparecidos?

En la búsqueda de desaparecidos nosotros utilizamos drones, reconocemos el terreno y luego tenemos a gente adiestrada para entrar incluso en los lugares más complicados. Estamos preparados para hacer inserciones tanto en terreno seco como en medios acuáticos. Tenemos material necesario para proteger a la persona que va a hacer esa infiltración y para trabajar en barrancos de agua, que en este caso es importante.

¿Cuántas personas componen el EZAPAC?

Ahora mismo en Valencia estamos 65 personas, que es un numero realmente alto, porque en nuestra unidad somos poco más de 200. Eso quiere decir que si esto se mantiene en el tiempo, los turnos que hagamos van a ser muy seguidos porque hay que tener en cuenta que algunos se encuentran de misión en otros países.

¿Cómo lo estáis llevando?

Las condiciones aquí no son fáciles, es muy similar a estar desplegado. La calidad de vida es nula, buscas trabajar el máximo posible. El descanso es en tiendas de campaña y si esto se alarga en el tiempo es estresante a nivel unidad.

Nosotros estamos encantados de hacerlo, sabemos que es a lo que nos debemos y lo haremos de la mejor manera, llegando siempre hasta donde haga falta.

¿Cuándo vais a ser relevados?

No tenemos una fecha concreta, esa es la pura realidad. Tampoco la valoramos, estamos con la mentalidad de que dure lo que dure, aquí estaremos

Fotografías de Elena Iribas

Esta es una pequeña parte del trabajo que esta unidad de operaciones especiales realiza. En el día a día, su labor es silenciosa pero vital. Siempre en favor de un servicio que, aunque invisible para la mayoría, resulta ser fundamental para todos.

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