En el Consejo de Ministros de esta semana ha autorizado la adquisición de siete nuevos aviones anfibios De Havilland Aircraft Canadair DHC-515, por más de 375 millones de euros. Para conocer la unidad que mantiene y opera nuestros apagafuegos desde hace más de 50 años, el 43 Grupo de Fuerzas Aéreas del Ejército del Aire y del Espacio, nos hemos desplazado hasta su base principal en Torrejón en donde hemos tenido la oportunidad de embarcar en uno de sus constantes vuelos de entrenamiento.

Es todavía muy temprano cuando llegamos a la base aérea de Torrejón. Tras superar el control de acceso, nos dirigimos a las relativamente cercanas instalaciones del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas del Ejército del Aire y del Espacio. Nos recibe el teniente coronel Santa Pau, jefe de Fuerzas Aéreas de la unidad y segundo al mando tras el coronel jefe Carlos Gómez. El teniente coronel Santa Pau es toda una institución en la unidad, con muchísimos años de servicio y miles de horas de vuelo en los botijos, como ellos mismos denominan a sus aviones anfibios fabricados por la actual De Havilland, antes Canadair y Bombardier, en Canadá.

Fotografía de Elena Iribas

Fotografía de Elena Iribas

Lo primero una breve conferencia, briefing en la jerga aviadora, para explicarnos en que va a consistir el vuelo y desgranar las normas de seguridad durante el mismo. A continuación, las tripulaciones recogen su equipo y salimos a la plataforma de estacionamiento de aeronaves. Allí nos espera la línea. Los aviones que esta mañana están en perfectas condiciones de vuelo. En la misión de entrenamiento de hoy una pareja de apagafuegos volarán hasta el embalse de El Atazar, situado en la sierra de Madrid, para realizar prácticas de toma y suelta de agua.

A los mandos de nuestro avión, uno de los diez operativos en este momento (de los catorce disponibles en la unidad), el propio teniente coronel Santa Pau y el jefe del 43, el coronel Carlos Gómez, un viejo conocido de los años en el Gabinete del Jefe de Estado Mayor. Sin duda un mando ideal para esta unidad tan especial del Ejército del Aire y del Espacio.

La misión del 43, la extinción de incendios forestales, requiere de un personal especialmente adiestrado para realizar unos vuelos tremendamente exigentes. Prueba de ello es que uno de cada cinco aviones de este tipo construidos y operados a lo largo del mundo, ha acabado destruido en accidentes durante sus labores de extinción de incendios. Sin embargo, nuestros aviadores atesoran más de veinte años sin sufrir un solo accidente mortal. Una marca espectacular conseguida a base de un riguroso mantenimiento, realizado en la Maestranza Aérea de Albacete y en el propio Grupo 43, y del trabajo y la experiencia de unas tripulaciones excelentes. Un capital humano que garantiza que se saca el mayor partido posible a los medios aéreos que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico y el Ministerio de Defensa, propietarios de los aviones, ponen a su disposición.

Tras un breve vuelo en formación hasta el embalse, comienza el adiestramiento en las tomas en agua. Una y otra vez las tripulaciones del 43 practican esta peligrosa maniobra, que después deberán ejecutar con precisión y rapidez en los vuelos de extinción. Habitualmente situados entre montañas, con cables eléctricos que los sobrevuelan y objetos que flotan en ellos, los embalses son una pista muy complicada de utilizar. Solo el entrenamiento y la experiencia de las tripulaciones del 43 pueden garantizar que la operación se realiza de manera segura.

Aún más complicada es la carga de agua en el mar. Cuando se opera en zonas costeras, y no hay ningún embalse en las proximidades, los aviones apagafuegos se ven obligados a cargar agua en el mar. El oleaje, por pequeño que sea, dificulta mucho la operación y las tripulaciones del 43, los corsarios como ellos mismos se denominan, deben elegir áreas lo más calmadas posibles. Por esto se suelen utilizar puertos, cuando son lo suficientemente grandes, o zonas muy próximas a la costa. Es en estas maniobras cuando el vuelo de los aviones del 43 Grupo del Ejército del Aire y del Espacio se hace más visible para los ciudadanos, que desde las playas o los cascos urbanos contemplan cómo los sobrevuelan a muy baja altura, una y otra vez. En estos casos la reacción de la gente suele ser espectacular, como ha sucedido en Canarias en los últimos años. La población se vuelca en muestras de apoyo a los corsarios.

También se han dado algunos casos de quejas y polémicas, causadas únicamente por el desconocimiento de las necesidades operativas de este tipo de maniobras. La excelente política de comunicación que lleva a cabo el 43 Grupo desde hace muchos años, con su presencia habitual en redes sociales y medios de comunicación, contribuye enormemente a disipar ese desconocimiento, que puede causar malestar entre algunos ciudadanos por las operaciones más espectaculares de nuestros apagafuegos.

La maniobra de descarga de agua es también entrenada hoy en el embalse de El Atazar para lograr la máxima precisión a la hora de soltar el agua sobre las llamas. No debe desperdiciarse ni una gota de la preciosa carga de más de seis toneladas que los botijos transportan en dos depósitos en el interior de su fuselaje. Descargar sobre la base de las llamas, en medio del humo y las corrientes de aire que genera el calor de los incendios es, si cabe, aún más complicado. La aproximación a las llamas debe hacerse realizando un vuelo extremadamente bajo para asegurar una descarga efectiva. Todo un reto que solo se puede afrontar desde el entrenamiento continuo, tanto en el simulador, donde principalmente se practican procedimientos de emergencias, como en vuelos reales como en el que hemos tenido el privilegio de embarcar.

Finalizado el periodo de hoy procedemos de nuevo a la aproximación a Torrejón. Una toma suave y, tras estacionar en la línea, volvemos al edifico de Fuerzas Aéreas del 43 para despedirnos. Sin duda, toda una experiencia haber compartido con los corsarios esta mañana de trabajo. Una unidad del Ejército del Aire y del Espacio con más de medio siglo de servicio a España y en la que actualmente trabajan casi 150 hombres y mujeres, aviadores todos, entre tripulantes, mecánicos y personal de apoyo.

Esperamos haber conseguido transmitir el espíritu aviador y la profesionalidad que destila cada jornada con los corsarios. Así que, como dicen ellos, “Apaga y vámonos”.

Fotografía de Elena Iribas

Fotografía de Elena Iribas

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June 13, 2024 • 6:00PM

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