Casi desde sus inicios, la guerra de Ucrania nos ha acostumbrado a ver, día sí y día también, vídeos de los drones ucranianos atacando carros de combate rusos e incluso aviones estacionados en sus bases, situadas muy lejos del frente. Estos drones, muchos de ellos de origen comercial, son baratos y muy fáciles de adquirir y operar por cualquier grupo terrorista o paramilitar y, por lo tanto, se han convertido en una amenaza muy real para las fuerzas armadas de la OTAN.
En otros conflictos, como el que libran las fuerzas armadas israelíes contra las milicias proiraníes en el sur del Líbano o en la franja de Gaza, no se han visto estos ataques, a pesar de que este tipo de drones de origen comercial pueden modificarse fácilmente para convertirlos en armas de guerra. La explicación probablemente esté en los sistemas antidrón desarrollados en Israel, que hacen imposible la operación de estas aeronaves dirigidas a gran distancia contra sus fuerzas armadas.
En España no nos hemos quedado parados ante esta nueva arma de guerra y la industria nacional ya ha desarrollado un sistema antidrón denominado Proyecto Cervus. Esta semana la empresa TRC ha presentado la tercera versión del sistema. En esta versión los componentes del sistema pertenecen a la empresa TRC y a Escribano Mechanical & Engineering y ART, todas ellas empresas españolas. La versión inicial ya ha sido probada en Malí y la segunda se encuentra desplegada en Letonia, protegiendo a la agrupación del Ejército de Tierra allí destacada.
El sistema está compuesto por un radar y una cámara de alta resolución para detectar la aproximación de los drones potencialmente peligrosos, y una antena de radio frecuencia que emite interferencias capaces de interrumpir las comunicaciones del dron con su piloto y obligarlo a aterrizar o a volver a su punto de partida.
Esta tercera entrega del programa incorpora novedades muy significativas en el sistema de radiofrecuencia e inhibición y en capacidades de procesamiento. El Cervus III es un desarrollo 100% español, fruto de la colaboración entre las Fuerzas Armadas y la empresa privada, que implica un salto cuantitativo y cualitativo en las capacidades de defensa y protección de nuestros ejércitos.
En esta nueva entrega del sistema antidrones de TRC se ha mantenido y mejorado la integración con el radar 3D de ART, que permite aumentar el alcance de la detección del sistema.
Otra novedad es la incorporación de capacidades de procesamiento integradas en la propia cámara a partir de la integración ya existente con las cámaras Oteos de Escribano Mechanical & Engineering y basadas en la nueva plataforma de inteligencia de procesamiento de imágenes, acercando así la computación al origen del dato y mejorando los tiempos de respuesta.
El Cervus se ha probado, con sus equipos actualmente integrados, a distancias de más de 3 kilómetros, demostrando así su capacidad para proteger a una agrupación de tropas terrestres o una base aérea o naval de los ataques de este nuevo tipo de amenazas. Estas aplicaciones cubren una capacidad que se ha vuelto imprescindible en cualquier ejército moderno. No solo en los despliegues del Ejército de Tierra en áreas de operaciones o en las bases de despliegue del Ejército del Aire y del Espacio en África se han de incorporar estos sistemas anti-drones. Las bases terrestres, navales y áreas en territorio nacional son un suculento objetivo para grupos terroristas o actores que pretendan desencadenar un conflicto.
Por lo tanto es urgente dotar a todas estas instalaciones militares y despliegues internacionales de sistemas de defensa antidrones. El desarrollado conjuntamente por TRC y Escribano Mechanical & Engineering une a su demostrada capacidad de interceptación el haber sido diseñado, desarrollado y fabricado íntegramente en España en estrecha colaboración con nuestras Fuerzas Armadas. Un proyecto ganador para todos.