El pasado jueves día 10 de octubre, tuvimos la oportunidad de acceder a la azotea del hotel Palace de Madrid, con los componentes del Ejército del Aire y del Espacio encargados de dirigir el desfile aéreo del Día de la Fiesta Nacional.
Un equipo del Mando Aéreo de Combate (MACOM), liderado por el coronel Villacampa, controla el desarrollo del desfile, mientras que los hombres del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) se encargan de instalar y mantener en funcionamiento los sistemas de comunicaciones que permiten la realización de la misión. Son el puesto de control Henares, por su denominación radio.
Fotografías de Elena Iribas
La realización de un desfile aéreo es mucho más compleja que la de un desfile terrestre. A la dificultad de coordinar el tráfico de 85 aeronaves en 19 formaciones, que era el número de las que iban a participar en el desfile aéreo de la Fiesta Nacional 2024, se suman las características tan dispares de muchas de ellas.
Mientras que los cazas tienen que volar a gran velocidad para no entrar en perdida, otros aviones, como por ejemplo los Apagafuegos del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, son mucho más lentos. Y más lentos aún son los helicópteros. Para coordinar su pasada sobre la tribuna de autoridades, situada en este caso en la plaza de Cánovas del Castillo, conocida por la estatua de Neptuno que hay en su centro, las aeronaves realizan circuitos de espera muy lejos del eje de pasada, que viene a coincidir más o menos con el paseo de la Castellana de sur a norte.
Al sur de Getafe, sobre la provincia de Toledo, las distintas formaciones completan estos circuitos, cada una a su altura y velocidad, para incorporarse al desfile cuando se les ordena desde el puesto de mando del MACOM, en el que hemos tenido el privilegio de estar durante este ensayo.
Pero el tiempo de llegada desde los circuitos de pasada hasta la vertical de la tribuna es muy dispar. Así, los helicópteros rompen primero para dirigirse a Madrid, mientras los cazas, por ejemplo, siguen completando circuitos de espera. En el momento adecuado se ordena a los cazas dirigirse al eje de pasada, sobrevuelan a las aeronaves más lentas, y acaban pasando por la plaza de Neptuno los primeros, abriendo el desfile aéreo.
Es una maniobra complejísima de coordinación de alturas y velocidades muy distintas con el objetivo de que desde el suelo el público aprecia un desfile continuo, sin interrupciones, y perfectamente ordenado.
A todo esto, hay que añadir la coordinación del salto de los paracaidistas de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire y del Espacio, que portan la bandera que se iza al comienzo del acto militar, y la pasada de la Patrulla Águila en el homenaje a los caídos, que se realiza en perpendicular al sobrevuelo del resto de las aeronaves, de oeste a este.
Fotografías de Elena Iribas
Todas estas aeronaves, solo 30 en 16 formaciones para el ensayo al que asistimos, han despegado desde las bases aéreas de Torrejón, Getafe y Cuatro Vientos, y a ellas regresan tras completar dos pasadas. Todo ha salido según lo esperado. Desde el puesto de mando del MACOM se da por finalizado el ensayo y todos se despiden por radio hasta el sábado, cruzando los dedos para que la previsión meteorológica mejore.
La maldita meteo
Sin embargo, el día de la Fiesta Nacional la meteorología impidió que se realizara lo ensayado. También para estos casos, como siempre en aeronáutica, todo está previamente tasado. Las posibilidades van desde la celebración del desfile aéreo completo, hasta su suspensión total, como finalmente sucedió. Entre medias hay un escenario denominado tiempo marginal. Se considera tiempo marginal cuando el techo de nubes, es decir la altura a la que están las nubes, es superior a 5500 pies, unos 2500m, y cuando la visibilidad es superior a 5 km.
En este caso, solo algunas formaciones volarían, limitándose el número de aviones de cada formación a un máximo de cuatro. Desgraciadamente, el pasado sábado ni siquiera este desfile aéreo reducido se pudo llegar a ejecutar.
El problema no está en que las aeronaves no puedan volar con mal tiempo. De hecho, con meteo muy mala e incluso de noche, los aviones vuelan misiones reales sin problemas. Es el denominado vuelo instrumental, en el que las tripulaciones solo atienden las indicaciones de los instrumentos en cabina y pueden volar sin visibilidad. Para el vuelo instrumental la distancia de separación entre aviones debe ser mayor. La seguridad es siempre lo primero y no se puede correr el riesgo de que se produzca una colisión en vuelo.
Además, si los aviones vuelan por encima del techo de nubes, desde el suelo el público no vería nada. Así que, con buen criterio, el control Henares este 12 de octubre tuvo que suspender el desfile aéreo.
El año que viene volverán a intentarlo con el entusiasmo y la profesionalidad que derrochan en todas las misiones encomendadas.
Fotografías de Elena Iribas